Paisajista Marbella
Manuel García Ferreira Paisajista - Landscaper
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El Té en Japón
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El Té en Japón

NOTAS SOBRE LAS ENSEÑANZAS DEL MAESTRO MASSIMO BANDERA SOBRE EL TÉ EN JAPÓN.

“ En un antiguo estanque, se zambulle una rana; rumor de agua “.

Este célebre haiku de Basho, ilustra perfectamente, uno de los conceptos fundamentales japoneses, el Furyu, palabra compuesta que viene a decir “ viento y correr “.

Furyu pone de relieve lo que es absolutamente necesario para el equilibrio y la armonia .Por el contrario, Furyu rechaza la perfección, Furyu incluye lo imperfecto.
Solo teniendo en mente las montañas, los cursos de agua, las flores, las estaciones; solo sintiendo este espíritu, se podrá hacer una taza de té.

En Japón hay que distinguir, entre lo que significa el tomar una taza de té, para deleitarse o combatir el calor y lo que representa el Chado, la ceremonia formal del té.

El Chado ocupa el nivel más alto en Japón, hablando en términos de religión, filosofía, cerámica, culto al objeto, arte, y refinamiento general; el chado incluye el saber sentir la majestuosidad de las magníficas hojas del arce shishigashira con todos los colores del jardín japonés en otoño.

El KAISEKI, la comida que precede al Koisha, el té denso que beben los invitados en la misma taza, como símbolo de unión. Esta comida es el modelo sobre el cual se juzga a la comida japonesa; los ingredientes son los de temporada, es una selección de comidas procedentes de los ricos mares de Japón, los montes y los campos de cultivo; presentados artísticamente y servidos en platos seleccionados con esmero. Los palillos usados para algunos platos son de bambú verde, para que no alteren el sabor de la comida.
Se mira el jardín para tener una sensación de frescor, mientras el maestro prepera un Ikebana en el Tokonoma.

La costumbre de beber té en polvo, fue introducida en Japón en el sigloXII por monjes que regresaron al país después de terminar sus estudios en los grandes monasterios zen de China. El té estimuló su meditación y también fue una medicina, fue un medio de difusión Zen.

El Maestro del té Sen Sôtan ( 1578 – 1658 ) nieto de Rikyu, dijo, que el gusto del té y el Zen son la misma cosa. El mérito de Rikyu, considerado el mayor gran maestro de todos los tiempos, es haber ordenado unificar y amalgamar todos los estilos de la ceremonia del té; su filosofía, etiqueta e historia; logrando crear lo que hoy es llamado CHADO; o la vía del té.

Las variedades de té cultivadas en Japón son principalmente tés verdes. La calidad mejor es la Gyokuro, la más popular el Sencha; le siguen el Bancha, el Macha ( en polvo ), el Fukusushicha, y otros.

El té Gyokuro, llamado también “ rocío precioso “ está sin duda alguna entre los más apreciados del mundo; recogido una sola vez al año, en Abril. Antes de la recolección recibe un cuidado particular, todas las plantas se protegen con mallas sombreadoras, con lo cual las hojas se enriquecen de sustancias, dando al té un inconfundible color verde brillante.

El Sencha es el té más difundido en Japón, representa más del 80 por ciento de la producción total, de sabor ligeramente áspero y un perfúme fresco y dulce; se recoge en verano.

El Bancha se obtiene de la misma planta que el Sencha y tiene el mismo método de elaboración, pero mientras que en el Sencha solo se recogen 2 o 3 hojas de cada brote, en el Bancha se recogen todas las hojas adultas; es inconfundible su sabor amargo. El té Gyokuro es el que se reserva para las grandes ocasiones.

Entre los siglos IV y V el té adquiere el rango de bebida favorita para los habitantes del valle del Yang Tse Kiang.
En el siglo XV el Japón lo ennoblece, elevando su consumo al rango de una liturgia estética, ” la ceremonia del té “

Entre las sectas budistas, la escuela Zen, muy influenciada por la filosofía taoísta, concibió un complejo ritual del té. Los monjes recolectaban el té y lo bebían pasando de mano en mano en un único tazón, con toda la liturgia de un sacramento. De este primitivo ritual Zen, surge, se desarrolla y populariza en Japón la ceremonia del té a lo largo del siglo XV. El hecho de que Japón haya permanecido tanto tiempo aislado del resto del mundo, inmerso en sí mismo, ha contribuido enormemente a propagar la ceremonia del té.

En 1610, los barcos de la compañía Holandesa de las Indias Orientales, llevaron a Europa las primeras muestras de té. En 1636 ya era conocido en Francia y Rusia. En 1650, Inglaterra lo adopta como una excelente bebida, recomendada por los médicos chinos que la denominaban tcha, otros paises Asiáticos tay, Pasó a Europa como tee.

El teísmo, es el taoísmo disfrazado; la realización espiritual de la ceremonia implica la aceptación del ideario Zen, en lo referente a la grandeza que existe en los detalles mas insignificantes de la vida. El taoísmo engendró los fundamentos de los ideales estéticos y el Zen los llevó a la practica.

LA SALA DE LA CEREMONIA DEL TÉ.

Los principios arquitectónicos y ornamentales japoneses son muy diferentes de los occidentales. La sala del té o
Sukiya, no pretende otra cosa que ser la choza de un campesino, una humilde choza de paja. Los ideogramas originales que componen el concepto sukiya literalmente significan “ casa de la fantasía “. Con el paso del tiempo, los sucesivos maestros del té, fueron introduciendo variaciones en la grafía china, según las diferentes concepciones sobre su diseño, llevando el término sukiya al sentido de casa del vacío o casa de la asimetría. Es efectivamente la casa de la fantasía; una construcción efímera erigida para acoger un impulso poético. Es también la casa del vacío, carente de todo ornamento, que ofrece un espacio donde satisfacer libremente un fugaz capricho estético. Es por último, la casa de la asimetría al estar consagrada a lo imperfecto, también, porque en ella siempre existe un propósito de obra inacabada, de forma que permite el juego de la imaginación personal el completarla a tu gusto. Los ideales que conforman la ceremonia, han ejercido desde el siglo XVI, una influencia tan profunda en la arquitectura japonesa, que, aún hoy, los interiores de las casas japonesas producen en el visitante occidental, la impresión de estar vacíos, la causa, su extrema sencillez y la pureza de su estilo decorativo; adoptado, o por el que se define el modernismo.

La sala de té, es más pequeña que la más pequeña de las casas japonesas, en ella se pretende que los materiales empleados en su construcción evoquen un espíritu de refinada austeridad. El conjunto es fruto de una premeditación artística, y cualquier detalle ha sido preparado con un cuidado aún más exquisito que el necesario para construir un palacio o el templo más fastuoso. La sencillez y la pureza de la sala del té reproducen el espíritu monástico zen. El altar del templo Zen constituye el prototipo del tokonoma.

El roji, el sendero que atraviesa el jardín y conduce desde la sala de espera, machiai, a la sala del té, simboliza el primer grado de la meditación, el cual posibilita la autoiluminación. El roji cumple la función de romper cualquier vínculo con el mundo exterior.

Ni en pleno día entra la luz en la sala del té, sino amortiguada por el plano inclinado del techo, que impide la incidencia directa de los rayos del sol en su interior.

Desde que el Zen se impuso como filosofía dominante, el arte de Extremo Oriente, evita deliberadamente el concepto de simetría, que, no solo expresa la idea de lo completo, sino también el de repetición.

LA CEREMONIA DEL TÉ Y EL SENTIMIENTO DEL ARTE.

La ceremonia del té nos enseña como entre la obra de arte y el observador, tiene que existir un doble flujo de concesiones; el espectador tiene que saber conducir su propia aptitud, para percibir el mensaje, y el artista tiene que saber como comunicárselo. Es imprescindible por lo tanto, en el momento de observar una obra de arte, y el bonsái lo es, captar el mensaje que el artista nos manda. Será necesario saber percibir lo que el maestro nos ofrece, aprendiendo a educar nuestro gusto artístico. A propósito de esto último, citamos el famoso cuento del maestro del té KOBORI YENSHU: en cierta ocasión estaba el maestro rodeado por sus discípulos, y éstos, deseando alagarle por el exquisito gusto con que engrandecía sus colecciones, le dijeron:
“ cada una de las piezas es tan bella, que nadie podría dejar de admirarla; evidencia de que tenéis mejor gusto que Rikyu, en cuya colección sólo una de cada mil personas, encuentran un objeto digno de admiración”.
A lo cual, respondió tristemente el maestr Yenshu:

“ esto solo prueba mi vulgaridad; nuestro gran maestro Rikyu, posee la descarada virtud de conservar sólo los objetos que le gustan, mientras que, yo en cambio, inconscientemente, me dejo arrastrar por el gusto de la mayoría. En justa
correspondencia, solo existe un Rikyu entre mil maestros del té”.

LAS FLORES EN LA CEREMONIA DEL TÉ.

La filosofía general de los maestros del té, es la veneración religiosa con la que tratan a las flores, nunca las recogen al azar, sino que por el contrario, las eligen cuidadosamente, preocupándose por cada tallo, por cada ramita, en función de la composición estética que lleven en su espíritu; si cortaran más de las que precisa, se sentirían avergonzados.

El origen del arte ikebana, coincide con los inicios de la ceremonia del té. Los adornos florales, al igual que los demás objetos artísticos que adornan la sala, forman solo parte ( importante) de todo el ritual estético.

Un ikebana realizado por un maestro del té, pierde todo su sentido, todo su significado, si se traslada a otro lugar distinto al que fue concebido, ya que todas sus líneas y proporciones han sido pensadas en función de un entorno en concreto.

LOS MAESTROS DEL TÉ.

Para los maestros del té, la persona que no sepa cultivar la belleza en sí mismo, no tiene derecho a juzgar la belleza ajena. Según estos criterios, el maestro del té, se esforzaba, no sólo por ser un artista, sino por ser el mismo arte. Esto es el zen de la estética.

Las contribuciones de los maestros del té al arte, han sido innumerables; en la arquitectura clásica, la decoración interior, el estilo de los jardines, la poesía, la pintura, y el grado de perfección de las cerámicas, también en el lacado. Gracias a sus enseñanzas, el arte del té ha entrado en la vida del pueblo, influenciando el comportamiento japonés, incluida la presentación estética y refinadísima de la presentación de los platos más delicados de la cocina japonesa.
Famosa poesía de Mulai a su maestro de la ceremonia del té Mabasen.

“ tu brillo es propio, como el de una estrella
tus palabras en mí llegan finas, como la más fina de las sedas, tus palabras en mí llegan seguras como el viento en el bambú. Tanta es tu sabiduría y tanto el refinamiento en las artes, que en tu presencia mi mente queda tranquila, como el más tranquilo de los lagos. Eres fuerte como la madera del junípero y dulce como el tacto de su verde “. ¡ que bonito ……

PREPARACIÓN DEL TÉ.

Cuando los invitados se han sentado en sus sitios, el anfitrion entra en silencio y se posiciona frente al brasero. Después de haber ofrecido pastelitos a sus invitados, empieza la preparación del té. Pone la cantidad apropiada de polvo de té en un tazón, utilizando para ello la cuchara de bambú, y después añade la cantidad adecuada de agua hirviendo. Con la escobilla de bambú, agita la mezcla hasta que se forme espuma. Una vez preparado, el anfitrión lo ofrece al invitado principal, que lo acoge con una reverencia. Para beber el té, el invitado coloca el tazón en la palma de la mano izquierda, asegurándolo con la mano derecha. Con esta mano gira la taza hacia la derecha, para no beber por la parte principal. Después de haber tomado varios sorbos de té, limpia con la punta de los dedos de la mano derecha, el punto en el que ha bebido; los dedos a su vez se limpian con una servilleta especial, que el invitado lleva consigo. Después de contemplar el chabán, lo devuelve al anfitrión que lo utiliza para el siguiente invitado después de limpiarlo. Cuando todos los invitados han tomado el té, el invitado principal pide permiso al amfitrión para poder examinar la cuchara de bambú y el pequeño bote que contiene el té en polvo. Al final, el anfitrión recoge sus utensilios, y con una reverencia a sus invitados, abandona la sala, indicando con ello la finalización de la ceremonia del té.

Aunque estos sean los rasgos generales, los procedimientos de esta ceremonia, son numerosos y diferentes, tanto es así, que representa un arte en el que han florecido muchas escuelas. A pesar de estas diferencias, tengamos en todo caso presente que en el
Cha-no-yu han de tenerse en cuenta cuatro formas esenciales:
armonía entre los participantes a la ceremonia y los objetos.
Respeto y reverencia entre los invitados y de estos hacia los objetos
Limpieza; todo tiene que estar inmaculadamente limpio. Los invitados tienen que lavarse las manos y aclararse la boca antes de entrar en la sala de la ceremonia.
Tranquilidad mental y ambiental.

MANUEL GARCÍA FERREIRA
Diseñador de jardines – paisajista